La salsa de caramelo es un acompañamiento exquisito y versátil que ayuda a potencializar cualquier postre. Hecha a base de azúcar granulada cuidadosamente caramelizada, esta salsa adquiere un profundo color ámbar y un sabor rico y complejo que combina dulzura con notas ligeramente amargas. Al incorporar mantequilla y crema espesa, la mezcla adquiere una textura suave y aterciopelada, perfecta para rociar sobre helados, tartas, pancakes y más.
Calienta azúcar en una cacerola mediana de fondo grueso (evita usar antiadherente) a fuego medio, revolviendo constantemente con una espátula de silicona resistente al calor o una cuchara de madera. El azúcar formará grumos y eventualmente se derretirá en un líquido espeso de color ámbar marrón mientras sigues revolviendo.
Una vez que el azúcar se haya derretido por completo, agrega inmediatamente la mantequilla y revuelve hasta que se derrita y se combine. Ten cuidado en este paso porque el caramelo burbujeará rápidamente cuando agregues la mantequilla. Si notas que la mantequilla se separa o si el azúcar se agrupa, retira del fuego y bate vigorosamente para combinarlo de nuevo.
Después de que la mantequilla se haya derretido y se haya combinado con el azúcar caramelizado, revuelve constantemente mientras agregas muy lentamente la crema espesa. Como la crema espesa está más fría que el caramelo caliente, la mezcla burbujeará rápidamente cuando la agregues. Después de agregar toda la crema espesa, deja de revolver y permite que hierva durante 1 minuto.
Retira del fuego y agrega la sal. El caramelo será un líquido delgado en este punto. Deja enfriar un poco antes de usar. El caramelo se espesa a medida que se enfría.