Calienta el horno en la función de gratinar (broil)
Divide cada pechuga de pollo deshuesada en dos porciones iguales. (½ pechuga cada una) y filetéalas con la ayuda de un cuchillo en un corte delgado. Luego, pones cada porción entre dos hojas de plástico (con una bolsa de guardar alimentos lo puedes hacer) y con la ayuda de un martillo de cocina, golpeas la porción para lograr un filete delgado y uniforme.
Sazonas con sal marina a tu gusto y pimienta negra molida, cada porción de pechuga de pollo.
Alistas tres recipientes planos, tipo refractarias, y pones en cada uno la harina de trigo, los huevos revueltos con una pizca de sal y la miga de pan, respectivamente. Vas a trabajar en ese orden, para el proceso de rebozado o apanado.
Para rebozar o apanar cada porción, pasas el pollo primero por la harina de trigo, retirando el exceso que pueda tener. Luego lo pasas por el huevo revuelto y finalmente por la miga de pan. En este último debes presionar bien cada porción sobre la miga para que te asegures que queden bien rebozadas o apanadas. Mantienes el pollo en refrigeración hasta el momento de freír.
En una sartén grande calientas el aceite vegetal hasta que llegue a 140°C y fríes cada porción de milanesa de pollo hasta dorar el rebozado o apanado por ambos lados. Retiras de la sartén sobre un paño absorbente y repites el proceso con cada porción.
Pones las porciones de milanesa sobre una bandeja de horno y sobre cada porción pones 2-3 cucharadas de passata (salsa de tomate), el Bocconcini partido por la mitad y algunas hojas de orégano fresco. Lo llevas al horno hasta que el queso se empiece a derretir. Depende de cada horno, pero pueden ser unos 4-6 minutos. Sirves de inmediato acompañado con la ensalada de rúgula y vinagre balsámico.